Dos poemas de Lidia Salas. Caracas, 2017
HEREDAD
Habitamos los días de la oquedad.
Horas de amargo y de escorpiones.
Vivimos desahuciados del sueño, cabizbajos.
En las alforjas nuestra ración de llanto
y de vergüenza.
Arriamos esta heredad de azahar y soledades.
El silencio es el lenguaje de los humillados.
En el azogue no se refleja
la línea incierta de tanta quebradura
en los espejos, los oropeles del poder
y de sus mercaderes.
El poeta atisba ese otro tiempo del mañana.
De tanta soberbia y tanto daño
sólo su nombre en la lista de tiranos
y el insistente
reverdecer de los naranjos.
PÉRDIDAS
En el aire de la tarde el grito del pájaro
que cruza entre las palmas. En los labios, junio
deja la urgencia del verano.
Como si el odio no hubiese
traspasado el corazón del último muchacho
en su caída hacia la muerte.
Como si las manos mercenarias
no violaran cada noche las rejas y los patios
expandiendo el hálito de la desventura.
En el norte de la ciudad la montaña
refleja su verde vestidura con reflejos violetas.
La belleza se inclina en el costado todavía,
aunque el día setenta y cinco se ha marcado
en el calendario de las pérdidas.
Caracas, solsticio de verano del 2017
Lidia Salas
*Lidia Salas, poeta, ensayista, autora de los libros Luna de Tarot, Mambo Café, Katharsis y otros. Magister en Literatura Hispanoamericana de la UCV. Directora de Cultura del Círculo de Escritores de Venezuela