La Orfandad del Vacío
Por Leomaris Herrera
Despertó de un salto. El estruendo se escuchó en toda la casa, parecía que toda la vajilla se había hecho añícos…estoy sola se dijo, antes de salir de la habitación, ¿quién está afuera?, el corazón se aceleró… y si llamo primero a la vecina…Cerró la puerta de la habitación y vino un segundo estrépito, ahora en forma de voces y barullo… ¿niños…? se dijo… Volvió a desbocarse en sus latidos…Se quedó quieta procurando descifrar el menor ruido… escuchó al pregonero de la esquina, las campanas de la iglesia, el transporte escolar que siempre pasa a esa misma hora….Y en su casa… silencio….separó los sonidos cuidadosamente para conocer su procedencia….ese viene de allá, el otro es más lejano y por tercera vez se estremece la habitación con más voces o será mejor decir…. con una voz… que decía …María!!!, María!!!…..ahora los latidos nuevamente desbocados se estrellaron todos en seco contra la muralla de lo desconocido, se paralizó… ¿quién me está llamando?….estoy sola, no hay nadie más…
Había un intruso en casa….hacía dos meses robaron en la casa del vecino, ¿será que….? oh Dios…!!! ¿qué hago? se dijo…Paseó rápidamente la mirada por los objetos de la habitación, para ver si había algo con lo que pudiera defenderse, siempre tuvo la costumbre de lo mínimo necesario, así que nada encontró; llamar por teléfono lo notarían….la escucharían….además la voz no saldría….Miró el reloj, han pasado tres horas que no oigo nada….Salió de la habitación, casi no respiraba, miró al fondo hasta donde le alcanzó la mirada, no había nadie. Pasó por el baño de visitas nada extraño a la vista… Atravesó la sala principal y no quería entrar a la cocina… se obligó… Entró… todo estaba en el perfecto y habitual orden, tal como lo dejó la noche anterior….entonces….pensó…Estoy segura que las voces venían de aquí…mi imaginación está exaltada de nuevo….No me acostumbro a esta soledad.
María, desayunó y olvidando lo sucedido se disponía a continuar su día.
Sus pies se deslizan muy pegados al piso….casi no se levantan. Mueve con dificultad sus piernas.
Y en su espalda una inmensa montaña abruma su caminar, sintiendo el mayor peso en el cuello.
Del rostro llama la atención su mirada, refleja un abismo insondable. Sus sienes imitando la nieve, hablan de numerosos inviernos. Y su boca es una morada cerrada donde la palabra ya no tiene lugar.
Al andar con sus pasos cortos, lleva una cuenta sin contar…uno….dos…tres… pasan los minutos, pasan las horas, le parece eterna esa permanencia en sí misma, sin mirar a otros, sin hablarles…sólo escuchando sus propios rumores. Entonces se sienta y teje…teje…teje sueños olvidados que más tarde volverá a destejer.
Ha llegado la noche…. Y escucha la voz: María!!! Se levanta del sillón en que tejía….ve entrar a la cocina una pequeña silueta….corre y no hay nadie….se aquieta a sí misma y dice estoy sola…no hay nadie más… vuelve al sillón de la esquina, se sienta, reclina su cabeza en el respaldo colorido, ¿quién es…? por fin sale la voz…¿quién está allí….?
Soy yo, Tere….¿no me recuerdas? Allí estaba Tere, con sus hoyitos en la cara…..que bueno que no había corrientes de aire en aquella casa, porque la más leve, la hubiera hecho volar y dar traspiés por toda la sala, caminaba como suspendida. Su voz era un dulce hilo, y como decía mi abuela era todo ojos….impresionaba como una pequeña, tuviese esa mirada que impusiera tanto respeto…llena de muchos más años de los que tenía.
Soy yo no me recuerdas.
La imagen y la voz retumbaban en la cabeza de María.
¿De dónde has venido? ¿Cómo has entrado a mi casa muchacha impertinente….?
Tere no se inmutó, tomó un pequeño banco y se sentó junto al colorido sillón de María, buscó su mano y su mirada… de niñas jugamos con la arena en la playa, veíamos el cielo bañarse en el mar cuando el sol era incandescente….y fue en un Abril….que te prometí que nunca te dejaría….
María….sintió deslizarse por un largo túnel que la llevó a su Costa….abrió los ojos y Tere había desaparecido…un escalofrío en su espalda…y un torbellino que le subía del estómago a la garganta le hizo llorar como tenía tiempo que no lo hacía….
Ya cuando agotó todo su enojo, que tantas veces disfrazó con amagos de tristeza… pensó estaré enloqueciendo… en fin el recuerdo de Tere no la abandonó esa noche….
¡Buenos Días María….! Escuchó a la voz, antes que el despertador sonara.
Abrió los ojos. Allí estaba Tere….con su gorra marinera y su camisa playera….María a qué vamos a jugar hoy….Hoy no hay juego contestó María, tú no eres real…. Y al instante la niña comenzó a llorar….ya cansada por el llanto incesante, María cedió al juego real o imaginario qué puede importar…. Y entonces para no cambiar sus rutinas, le dijo jugaremos a tejer….Tere no parecía entusiasmada con la propuesta, pero ya María a pesar de sus pausados movimientos, en poco tiempo se había bañado, comido y lista en el sillón había comenzado a tejer… Y yo, ¿qué hago?, le susurró al oído… lo que quieras….entonces tomó un ovillo de hilos amarillos y naranjas y armó figuras con sus dedos….hasta que María desesperada gritó: me dijiste que nunca me dejarías….que siempre navegaríamos juntas…. Y lo hice contestó…Siempre he estado contigo….cuando cumpliste los 15 años y no tuviste la fiesta que tanto querías….en tu graduación, en la que estabas feliz por realizar lo que te habías propuesto, en tu matrimonio…..y así enumeró otras sucesos importantes; unos alegres, otros tristes….todos especiales…Si era innegable que estuvo allí, sino como lo sabría…estoy enloqueciendo se dijo de nuevo….
María seguía absorta en su tejido, sin dar mucho crédito a lo que Tere decía…Aunque ahora se le miraba transformada….había aparecido una pequeña luz en su mirada….lo que antes fue un pozo quieto se transformó en sereno…Ese día no deshizo su tejido….al igual que en los días que siguieron….cada vez en unión con esa compañera que no había buscado y ahora encontrado…tejía…. lo hizo hasta que una vez … más allá de la media noche….terminó el manto….
Luego durmió plácidamente…. Y al primer rayo de luz se levantó y junto a Tere contempló a través de la ventana…. Sus ojos se posaron en el altivo Flamboyant erguido frente a su casa, se sumergieron en el amarillo y naranja de sus hilos….la brisa balanceaba las ondas impetuosas de una larga cabellera de fuego… que frenesí poseía las pupilas al mirarse a sí misma con la cabeza del padre en su regazo, tendría unos ocho años, y él le decía …María me gustaría que cuando pienses en mi veas nuestro árbol, el plantado por tus abuelos en la entrada de la casa, así tendrás la remembranza de mi amor en cada pétalo de sol y fuego, siéntate a su sombra y en el silencio… el viento susurrará a tu oído el fraternal latido de mi corazón, que aun detenido en el tiempo, seguirá su marcha para acariciar tu frente. María sintió una suave corriente en su rostro. Una sonrisa se dibujó en ella, suspiró y escuchó su melodioso nombre a la distancia de la infancia, y así María Teresa envuelta en su manto de ensueños, rescatada de las ausencias del pasado que la vaciaron de sí misma…. ahora sí…. Despertó a su nueva vida.
Leomaris Herrera