La profunda brevedad de La llama incesante, libro de Carmen Cristina Wolf
Magaly Salazar Sanabria
La llama incesante es una combustión entre el silencio y la luz. Es como una oración que se revela, una virtud manifiesta. La llama es la belleza que purifica el símbolo del fervor. No sólo de la creencia en la palabra sino de ese Dios que se cruza entre el lenguaje y el pensamiento. “Cristo eres el corazón del universo”, dice la poeta.
La poeta se acerca con cierto temor al vacío que se tiende entre la palabra y la mirada. Llenar de valores esa distancia, cambiar las tonalidades del silencio por signos infinitos, es romper la intimidad de la potencialidad semántica de la profunda brevedad de los textos. La lectura de los aforismos permite, sin embargo, participar en la búsqueda de los enigmas, con la complicidad de un lector que, pretendiendo ser objetivo, se estremece ante lo incesante y la evidencia de una verdad aparentemente velada. Entonces, el lector se convierte en artífice de su realización. En ese intento, el gozo con lo esplendente descubierto, se convierte en un hallazgo de relaciones y sentidos que se mueven en un espacio autónomo. Pero los ojos no han aprendido el abecedario en ninguna cartilla porque sus descubrimientos son espontáneos. Así dice Rafael Cadenas en Memorial: “El que enseñó a leer a los ojos/ borró el paraíso.”
Por su profunda brevedad los aforismos de la Llama incesante son juegos de palabras de una gran riqueza poética. Esta propuesta del lenguaje se diferencia del haiku porque éste es un poema breve de la poesía tradicional japonesa, con métrica específica y su temática se refiere a la naturaleza. Mientras el aforismo se enciende en una concisión que desea enseñar algo celado en una verdad, con cierta agilidad crítica que invita a la reflexión del lector sin llegar a demostraciones de ninguna índole. El aforismo transmite el sentido de las cosas. Es una potencialidad semántica que se ofrece al lector. Oigamos las voces de algunos aforismos de La llama incesante en la sección “Hallazgos”. Walt Whitman, propicia el ritual de iniciación con sus Hojas de Hierba. El poema va en la búsqueda de los encuentros, de los misterios, de la luz; en fin, los aromas de la vida y de la muerte; tocata y fuga de la existencia. Cito: “Persigo un sueño y encuentro la trama de la existencia, el esplendor”, “Cuando dejo de ser la protagonista, encuentro lo sagrado”, “En la oscuridad vislumbro un haz de luz: la esperanza,” El misterio es inasible, sólo nos queda su aroma”, “Descubrí un lugar en mí que permanece sosegado ante los cambios”. Amigos, como en el dibujo de El Principito, los invito a descubrir el cordero que está dentro de la caja.
“El verbo enamorado” se alza con epígrafes de grandes poetas, Rafael Cadenas y Eugenio Montejo. La energía proteica de estos breves poemas está dedicada a reflexiones acerca de la palabra y la poesía, es otra instancia donde el lenguaje conjuga el sabor de su saber. El sabor nace de esas incontenibles y fulgurantes voces de los textos, se juntan saber decir y conocimiento y “aquello” instaurado en lo extralingüístico, el más allá del lenguaje. Es la palabra que se guarda. Ella puede esconder en el silencio de su brevedad, un poema, un discurso y un pensamiento filosófico que motive ratos de reflexión. Desde allí irradia musicalidad y silencio cuando concibe lo que está más allá del pensar .Por ejemplo: “El verbo es fuego que no cesa”, dice la poeta. Es cierto, cuando la mirada se levanta de la página los signos siguen fluyendo en el intelecto y en el corazón de los hombres. Estos aforismos nos hacen recordar poéticamente lo que hemos olvidado. Oigamos: “Hay palabras que atraviesan desiertos y suben rocas escarpadas sin perderse. Esas son las esenciales”, “El poeta rescata las palabras de la tiranía de los usos y significados establecidos. “La verdad última no puede ser dicha. La palabra se aproxima a ella sin tocarla”,
Entretanto, El misterio del fuego, se asoma en la página. La puerta se abre con un poema de El Cantar de los Cantares y un epígrafe de El lamento de Ariadna, de Edgar Vidaurre. Así dicen algunos aforismos: “El poder le teme al amor porque el amor no teme a nada”, “Sé lo que es la fealdad cuando me dejo arrastrar por la ira”. “Aprendí el arte de ver en tus ojos más allá de tus ojos”, “ El amor ama por encima de ser correspondido” El amor es lo predominante en este lugar de encuentro. El amor es un cuerpo que se imagina y se vive a través de la palabra. El lenguaje surge porque hay una erótica que es retórica también “ El incendio del alma” me lleva de la mano de Lao Tse con sus Meditaciones Hua Hu Ching. La poeta se expresa:”Vivo en tu misterio y permanezco en ti. Lleva mi ser al centro de tu Ser, quema mi alma en el fuego de tu Alma”, “Somos los invitados a la comunión del Verbo: amar por el amor de amar y ser por la pasión del ser”, “¿Cuál es la espada que ilumina la noche? La que corta la raíz del ego”. El encuentro con Dios, la búsqueda del espíritu Divino y el amor a su pasión recuerdan a la frase de Noé al ver la creación de Dios y la de Job al observar la restauración de su propia persona: “Señor: ¿Para qué existe un cielo sino para encontrarte?
La poeta Ida Gramcko, abre las celosías de “La conciencia en vigilia” para adentrarnos en aforismos referentes a los valores, la bondad, la justicia, la ética, la libertad. Se trata de ir a la otra orilla, a lo trascendente. Leamos: “No me alabes si vas a exigirme algo a cambio”, “Qué débil es aquél a quien los otros temen a causa de sus amenazas”, “El político que ofrece lo que no puede cumplir es un tonto. Pronto será repudiado”, “Respeto a quien me adversa para no convertirlo en mi enemigo” .En estos breves poemas el lenguaje se busca a sí mismo indaga con pasión en la semilla. La belleza de esta profunda brevedad, se cierra como flor diurna, hasta mañana que vuelve con sus fuegos a establecer un diálogo con el alma para liberarse del lenguaje. Entretanto, la llama sigue encendida como la fuerza creadora, espíritu, sabiduría intelectual y luz Divina.
*Sobre el libro La llama incesante, de Carmen Cristina Wolf, editado por el Centro de Estudios Ibéricos y Americanos de Salamanca y la Editorial Diosa Blanca.
Este comentario de Magaly Salazar Sanabria, sobre el texto de la eximia escritora Carmen C. Wolf.; nos ofrece un adelantamiento del pensamiento de la escritora centrado ahora en preciosos aforismos, en el que la «palabra» juega un papel primordial y prístino a través de la búsqueda incesante del Verbo.
Que me ayuden estos cuentos, plasmados en esos maravilloso libros, en mi hoy triste vida, que se ha convertido ante su partida. Amé a mi MARIA AUXILIADORA URBINA, tanto con la palabra como con los sentidos, lo cierto es que nunca nuestro amor fue preconcebido, tampoco fue una decisión que nos puso el destino, llegó a nuestra vida el amor y entre ambos lo compartimos, sin propios ni extraños, con nadie mas compartimos, en eso cierto fuimos muy mezquinos, pero por profundo, apasionado y tierno, su esencia y presencia dejo en los que nos rodearon y han acompañado nuestra existencia, bellos recuerdos, ejemplso y satisfacciones de vida, ella en mi vida de tantos años fue el necesario sol que me dió calor con su pasión en los tiempos del invierno y luna que con su ternura me dió la frescura en los fuertes dias de verano, y como no he parado de llorar, no encuentro consuelo, misericordia le ruego a Dios por no aceptar lo que ni siquiera he podido asimilar, su triste, dolorosa eterna partida. Q.D.E.P.