Luis Beltrán Mago: Cinco poemas para olvidar a la tristeza

El domingo 20 de enero de 2013, a las 11 de la mañana, el Círculo de Escritores de Venezuela y la
Librería Kalhatos, presentarán el libro CINCO POEMAS PARA OLVIDAR A LA TRISTEZA, del poeta venezolano Luis Beltrán Mago.

El bautizo será en la Librería Kalhatos, Centro Los Galpones, Los Chorros, a las 11 am.

El escritor Luis Beltrán Mago ha recibido La Medalla Internacional «Vicente Gerbasi» por su obra literaria.
Ha publicado numerosos libros.

1 comentario

  1. Hablar de Luis Beltrán Mago en Cumaná, es francamente coloquial. No diré nada de su Curriculum, sus ejecutorias, sus triunfos en el campo de Agramante, porque está dicho entre ese manojo de cayenas cumanesas de distintos colores y perfumes, que tienen ustedes en las manos, que lo convierten en el producto más acabado de la Escuela poética de Cumaná de los últimos tiempos. Y esto no lo digo como una retrechería de un Cumanés, sino que esta avalado por un jurado de la madre de la lengua, jurado igual al que alertó al mundo hispánico en 1923, cuando puso la corona de laureles en la frente del incomparable Andrés Eloy Blanco, el poeta de Giraluna y el Canto a los Hijos.

    Más bien voy a recordar lo que dice mi padre, cuando le tocó hablar en Cumaná de aquel poeta que embriago el Olimpo de la poesía: Marco Tulio, dijo entonces de la poesía y los poetas… y… tal vez alguna sonrisa indiscreta me castigue por repetitivo, porque algo de eso dije en mi discurso en el acto de presentación, por la ilustre carupanera Dra. Hildegard Rondón, del libro antológico del poeta José Manuel Rondón Sotillo, su padre; otro cumanés que llevó triunfal el producto refinado de la “Escuela de Cumaná” a una cumbre lírica en la patria de San Martín y Jorge Luis Borges, y que es lo mismo que decir: la cantera más nutrida de la poesía castellana, para comprobar su calidad a la luz de los grandes maestros de la lengua.

    Marco Tulio dice “La poesía es la máxima construcción de la palabra, en ella adquiere su armonía y resonancia. David, el lírico por excelencia, se dirige en salmos al Creador; el Corán que es la palabra revelada por Dios a Mahoma, se escribió en versos, y como decía el profeta del Islam: “Yo no soy poeta, el Corán no es obra mía, son las palabras de Alá, que resuenan por mi boca”… “Salomón el hijo de David, dueño de la sabiduría infinita, también fue un inspirado divino, y el Cantar de los Cantares, el idilio sagrado, con la inextinguible fragancia de sus versos, traspasa el tiempo y nos entrega, la perfección de la palabra que en San Juan de La Cruz, es la imagen y encarnación de Dios”.

    En este Canto de Amor por Cumaná, premiado, por supuesto, porque es una alta manifestación del amor por un pueblo, tal vez desconocido por los jurados de allende el mar; escrito con la sencillez del amante, por el escriba, que fulminado por el rayo divino, el mismo que tocó a Salomón, cuando se declara a la novia en el “Cantar de los Cantares”; pero en este caso, ésta dulce novia no es Dios, es su ciudad que a la vez es su doncella que se mira sobre “el espejo y la luna”…

    Desde hace 500 años esta novia ha sido cantada, ensalzada por hombres y mujeres de razas bravías, tenaces en el hacer del barro los diamantes del idioma, aquí, nuestros maestros dominicos y franciscanos, nos trajeron las oraciones, cánticos, música y poesía y germinó la simiente encontrando buena tierra para sus raíces. La fragua de la imaginación inició la creación de las formas, puliéndola en el buril de su paisaje, de su aprendizaje donde anidó la metáfora y alcanzó la perfección de la que habló el Príncipe de los Poetas.

    Vino un fraile, Pedro de Córdoba, poeta del amor, clavó una cruz en sitio insólito, Playa de Ostia, un médano a la orilla del mar y el río… Chiribichií… como si hubiese prendido un faro de luz inextinguible. Desde ese instante una nueva voz penetró en el corazón de nuestro pueblo… y aquellos hombres que recibieron la palabra, como Adán, recibieron también el beso de Dios.

    Vinieron entonces muchos maestros, que además de sabiduría regaron la nuestra con su sangre; trajeron la lengua y la religión; trajeron libros, música, cantos, y el espíritu del crucificado, para enseñarnos otra forma de amar… y otra forma de entender la realidad, diferenciar el bien y el mal. Construyeron templos para la cátedra de Cristo, y su palabra fue la fuente primaria de la poesía.

    Cristóbal de Quesada, el maestro, su tiempo en Cumaná corresponde a la edad del perfeccionamiento y de la genialidad cumanesa; el arte de esa época tiene ya una proyección universal, se que a muchos no les va a gustar que se diga esto, pero resulta que no soy yo el que lo dice, es Andrés Bello, el producto de aquella circunstancia, Cumaná tenía los mejores maestros. Y no es por casualidad que sea la misma época de Fr. Antonio Patricio de Alcalá, Maria Alcalá de la Guerra, Gómez Cardiel, Blas de Rivera, Bartolomé Bello, Andrés Level Allen y su hijo Andrés Level de Goda, de Carlos del Pozo Sucre, Pitor Löfling y

    Alejandro de Humboldt… y… no podía faltar el epígono, Antonio José de Sucre, el producto, la esencia, acero templado como hoja toledana. Es también la época pre revolucionaria y la Cumaná guerrera, era capital de una importante provincia del imperio español, cuyos capitanes generales se distinguían por su cultura y rango, quien podía imaginar que esa espada redentora derrotaría al imperio más poderoso de la tierra: ¡Quién pude disminuir ese prodigio…! Aun no lo tienen muy claro.

    Desde 1733, en que arriba el marqués de Preux, don Carlos Francisco de Sucre y Pardo, y su formidable familia, vive la comunidad cumanesa una verdadera revolución cultural: se inician las clases superiores de filosofía, llegan viajeros como Pitor Löfling, que se aloja en la casa de un humilde sabio cumanés don José Sánchez y Alcalá, y pasa 10 años de estudios y experiencias y logros que en otra parte no se hubiesen podido obtener; para acercarse a aquel mundo que se abría ante sus ojos se necesitaban los mejores maestros, y 10 años de estudios bajo su tutoría, y el sabio no quería irse; pero el embrujo de Guayana se lo llevó, y en esa casa quedó toda su sabiduría, que luego le serviría a Humboldt y a Vargas; porque es el tiempo del Dr.. José María Vargas, de Bartolomé Bello, del coronel don Juan de Pineda, que abre las puertas de la escuela superior de matemáticas; de Blas de Rivera, que inicia los estudios superiores de filosofía; Maria Alcalá de la Guerra, que se ocupa de los niños pobres; Antonio Patricio de Alcalá que se ocupa de los enfermos y Don Vicente Sucre y García que se ocupa de la libertad. Nuestro pueblo se empinaba para tocar las puertas alzadas de la sabiduría y del producto podemos dar fe.

    Podríamos hacer en estén plan toda la historia de la poesía Cumanesa, como lo intentó Marco Tulio, con la ayuda del poeta Armas Alfonso, y publicaron “Fuego de Blanca Luz”, una antología con 74 poetas de la Escuela de Cumaná; pero lo vamos a abreviar, con solo mencionar algunos nombres de poetas glorificados: Andrés Eloy, Ramos Sucre, Cruz Maria Salmerón, Humberto Guevara, Rondón Sotillo, Tin Fernández y Luis Beltrán Mago. Entonces llamaría al son de trompetas, a Andrés Eloy, el magno de la metáfora; a Ramos Sucre, el genio de la poesía, que nos lleva como Hermes a descubrir la sabiduría en 22 arcanos; a Cruz María, que nos enseño a llorar; a Humberto Guevara, el magno de la ironía, que nos enseñó a reír; a Tin Fernández, que nos mostró lo bello de ser pobre,

    Rondón Sotillo, modelo de nuestra escuela, que nos mostró como la poesía puede unir a nuestros pueblos; y Luis Beltrán Mago, la síntesis de la sabiduría y la poesía de la Escuela de Cumaná. Su poesía es una declaración de amor a su ciudad, a su pueblo…

    Hoy es domingo y va mi corazón
    a conversar
    con la ciudad que en mi respira, la Cumaná
    de mis afectos y a quien amo
    Con voz de playa y mar y oleaje.

    La ciudad está allí
    levantada
    sobre el pedestal de los
    tiempos
    diciéndole a los siglos
    que está viva.

    Ramón Badaracco
    Cronista de Cumaná

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