Por Enrique Viloria Vera
La Revolución Bolivariana es única y no convive con instituciones o innovaciones capitalistas que tanto poder e influencia le han dado al Imperio. Así como nos hemos salido de la CAN, del CIDH, del CIADE, es necesario, por razones principistas e ideológicas, que nos salgamos de todo aquello que huela, sepa, aparente o sea despreciable artilugio del neoliberalismo salvaje y depredador.
Propongo pues, que nos salgamos más temprano que tarde de la OEA, de la OIT, de la OMC, de la ONU, de la INTERPOL, de la OMS, de la FAO, del FMI, del CARICOM, de la UNESCO, del Banco Mundial y del Tribunal Penal de la Haya, por supuesto. Hurra por el ALBA y por UNASUR.
Pero para que nuestra posición ideológica sea más evidente y ejemplar, propongo que nos salgamos también del sistema métrico decimal, del abecedario español y adoptemos el cirílico y el wayú. De igual manera, dejemos de lado a Celsius y por supuesto al inmundo Fahrenheit, no midamos más nunca nuestro petróleo en imperialistas barriles equivalentes a galones o litros, lo mismo da.
Desechemos a rajatabla los aportes del Comité Internacional de Pesos y Medidas sito en la Francia imperial: muerte el metro, el segundo, el mol, el kilogramo, la candela, el kelvin, la arroba, el byte y el píxel. Y muy especialmente el amperio, que para nada sirve en esta revolución a oscuras.
Camarados y camaradas, seamos creativos, inventemos nuestras propias medidas para que el Socialismo del siglo XXI continúe aportando ideas y conceptos a una humanidad estándar y sojuzgada por los países del Norte. Midamos y denominemos, pues, a la bolivariana: el petróleo en totumas equivalentes, el trigo y el sorgo por puñitos izquierdos, el maíz por empanadas revolucionarias efectivas, sustituyamos el rojo de Siena por el bermellón de Sabaneta, el amarillo Nápoles por el ocre Araguaney. Los números los aceptamos por arábigos, pero no así el lenguaje binario que tanto daño le ha hecho a la Revolución vía la prensa digital.
Volvamos al guayuco y al taparrabo, fuera los calzones y las pantaletas, viva la Chicha, andina, no, la del MERCOSUR sí. Fuera los antibióticos y los ansiolíticos, bienvenidos la belladona y el llantén, las fricciones con manteca de gallina, el Bay run y el caldo é ñame.
¡MUERTE AL HOT DOG! ¡VIVA EL CHICHARRÓN!
¡VIVA EL CACIQUE DEL PAÍS DEL FELIZ DEL MUNDO!
¡SEREMOS EJEMPLO DE DIGNIDAD PARA LOS ETNOLOGOS Y ANTROPOLOGOS DEL SIGLO XXII!