Magaly Salazar Sanabria
La mujer existe con sentido y destino, construye su esencia y la imagen de la vida la asiste inalienable. Ella hace habitación en la mitad de su cuerpo pues es la casa anterior, la primera en guardar al hombre de la intemperie e indefensión, además comparte, con inefable generosidad, la unidad de esa isla recóndita que navega en sus aguas nutricias. Pero la mujer no es sólo madre, es palabra, pensamiento, hechura.
De alguna manera, el yo femenino marca algún destino que se debate entre lo tradicional y la modernidad. La mujer habita el mundo desde su morada. Somos el producto de una resistencia antigua, de una energía que va contra un destino que ha sido históricamente injusto.
Pero la tradición de maltratos y desigualdades que ha caracterizado la presencia de la mujer en el mundo ocasionó la instauración de un Congreso Mundial de Mujeres en la ciudad de Copenhague. Más tarde, el 8 de marzo de 1944 comenzó a celebrarse en Venezuela el Día Internacional de la Mujer. Aún así, ella siguió abriendo caminos con sus brazos hacia la libertad y siempre ha estado presente en las gestas emancipadoras de este país, antes y ahora. A pesar de que estamos en el Siglo XXI, en este régimen no se respeta a ninguna Eva que exceda a mujer inteligente, luchadora y disidente; fácilmente se le descalifica o la persiguen bandas armadas y de oficio.
Entretanto, y algo muy importante, la mujer es la que ha humanizado el tiempo y nunca ha abandonado las riendas de la historia. Sin embargo, aún existe discriminación, no sólo política sino doméstica. Mientras el hombre destruye para construir, la mujer recoge los pedazos y reconstruye, habita la ciudad y el mundo sin abandonar lo doméstico. El hogar ha sido su primer gran territorio político. Entre otras cosas, a la mujer le ha tocado dar importancia a lo cotidiano mientras el hombre lo ha subestimado.
El pensamiento de la mujer del pasado actuaba en el interior y el de la de ahora en el exterior, por eso se ha dicho que la mujer del pasado “no pensaba” pero la mujer nunca ha dejado de reflexionar acerca de su historia. Ese pasado es extraordinariamente doloroso, por lo tanto, la mujer contemporánea debe superar el miedo. Ahora, y junto con los hombres, está comprometida con el desarrollo de la sociedad, estableciendo un equilibrio del poder entre hombres y mujeres porque la mujer encarna la perseverancia y la vida. Algunas mujeres se reconocen en rebeldía, les gusta actuar con generosidad con relación al futuro, y trabajar con altruismo en el presente. En otros continentes, los derechos de la mujer siguen siendo inexistentes, sin posibilidades de libertad y educación, han sido sexualmente mutiladas, sobreviven en condiciones morales y económicas adversas y no obstante, han podido sobrevivir y preservar su ser dentro de toda la desgracia y también pudieron establecer una especie de soberanía al hacer que el hombre dependiera de ellas. Aún así, el tiempo de las mujeres sigue siendo diferente al de los hombres. Y eso nos ha tocado vivir: pedir permiso a la sabrosura de los fogones, las plantas, los alumnos, compañeros, al trabajo, la familia, la lectura, las brasas del amor, a la responsabilidad de ser padre y madre ante los hijos, como le ha tocado a muchas, en fin, solicitar también aprobación a las múltiples labores dejadas en manos femeninas para sentarnos a escribir o a ejercer el oficio que nos gusta o dedicarnos a orar por la humanidad, los hijos o el hombre que amamos.
Pero, la mujer no debe romper la coherencia de la dualidad que plena la vida espiritual de su feminidad. Las mujeres de hoy deben crear su propia agenda para actuar y cambiar su vida, afectiva, política, social y doméstica, aunque logren estar en la palestra como eficientísimas dirigentes que sólo intentan hacer de la administración pública un sistema más equitativo. También se trata de educar a la población para ejercer un mayor control sobre la natalidad. La tecnología, sin duda, está ayudando a la mujer a emanciparse. A nuestro entender, no debemos reemplazar al hombre en sus responsabilidades, queremos que sean mejores ciudadanos, padres, amigos, mejores esposos y colaboradores. Deseamos establecer una sociedad más equitativa y trabajar juntos en función de la paz, el amor y el bienestar del mundo. Gandhi habla de educar el corazón, de despertar la sensibilidad y eso es lo que deseamos las mujeres.
Ahora bien, para todas las mujeres en su Día, las que amamantan, la de los barrios, las que curan, las que enseñan ,las sabias, las intelectuales, las que hacen del arte su expresión, las laboriosas, las afectivas, a todas ellas que guardan en el mundo una relación moral; les regalo la memoria de obras de grandes artistas: La enigmática “Gioconda” de Da Vinci, la “Maja Desnuda” de Goya, “El rostro” de una de las mujeres de Virgilio Trompiz, la Madonna del retablo de “La Anunciación” de Fra Angélico, “Una niña con una regadera” de Renoir, la escultura “El desnudo con cambures” de Francisco Narváez. Diferentes facetas de la personalidad femenina representadas a través de grandes obras de la pintura y escultura nacional e internacional. Y las cito, porque son verdades que revelan el corazón del hombre.
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La autora es poeta, ensayista, docente y Directora de Relaciones Institucionales del Círculo de Escritores de Venezuela
http://magalysalazarsanabria.wordpress.com/