Por Lidia Salas
Una lectura de Fugit Tempus, de Rubén Darío Otálvaro Sepúlveda
Cae en Caracas uno de esos aguaceros de verano, con relámpagos que tasajean las paredes con su brillo, y truenos que nos devuelven al terror de la infancia, allá, en la patria lejana. Afuera suena el estropicio de la lluvia, mientras leo en un susurro, las mini ficciones de este escritor de la comarca Sinuana, quien me los ha enviado a través del Cyber espacio.
La humedad, el sonido de las gotas al caer, el calor que persiste a pesar del agua que rueda, son los elementos mágicos que recrean el espacio donde han sido escritas: la vertiente legendaria del Sinú y sus afluentes cercanos a la costa Caribe.
Fiel a uno de los postulados de la retórica de este tipo de literatura, sus títulos anuncian y resumen la temática de los textos. Es el primer acierto que se advierte en su lectura: Bird, Ayer, Allí, Lovers, Anuncio, Lector, Eco, Epifanía, ¡Bésame!, en una sola palabra, destacan la esencia misma de la sinopsis, que constituye el relato.
El primer título citado corresponde a una de las páginas que más me conmovió. Como amante del jazz, considero a Charlie Parker, como uno de sus íconos memorables, por la profunda humanidad que arrastró durante su vida, pero sobre todo, por la elevada tesitura de su saxofón de cristal. La metáfora que el narrador emplea para sugerir el
estado al que eleva a los seguidores de su música, de cuyos aplausos salen palomas blancas, es una imagen poética de gran plasticidad.
En la intertextualidad de algunos de ellas, se recrean y celebran la vida y la obra de autores que han marcado y seguirán marcando a las generaciones de los nuevos escritores, por la tensión de sus vidas. Especial mención se hace de, Suicida I y Suicida II sobre la muerte de Ernest Hemingway y Virginia Woolf. En frases cortas, el autor condensa emociones y escenas postreras, que en palabras apenas sugeridas, establecen una original manera de decir lo ya conocido.
Rubén Darío versiona textos de la literatura clásica y resalta la vinculación de su escritura con poetas como Borges y Vallejo.
Esta misma recreación se manifiesta en Lovers. En esta historia, se recrea el final de la tragedia de los amantes de Verona. Siguiendo los postulados de Harold Bloom, en Angustia de la Influencias, el autor, a manera de mosaico, reescribe su relato con elementos sacados de fuentes literarias diversas, esto sucede en Apócrifo.
Destacado lugar tiene el tema del erotismo. La zona del Caribe, en donde se nutre la pluma del autor, es un lujurioso panorama, donde el paisaje, los sones, los colores y la manera relajada de afrontar la vida, predispone a relaciones donde la pasión, el despecho y la muerte tienen matices especiales. Estas páginas, reflejan de manera fidedigna, el fluir de la vida erótica de los habitantes de esas tierras mágicas. Sus personajes retratan en la sensualidad de las imágenes, en el deseo de los cuerpos y en los desencuentros, pasiones que no
tienen otra salida diferente a la muerte. Eros y Tánatos en la macabra danza de la tragedia humana.
Pero la muerte, tiene también su acento de testimonio. Colombia es una tierra que, a causa de su irremediable violencia, se ha desangrado por décadas. El texto titulado Allí, constituye en su marcada desesperanza, la denuncia de esa violencia cruel.
El humorismo presente en algunos de esos mini relatos, merece una reseña particular. En algunos casos es desacralizador, tal como sucede en, Milagro. En Otros relatos es profundamente tierno o con un guiño cruel, versiona otra realidad. Es en estas variaciones, donde la pluma de Rubén Darío Otálvaro, alcanza la dimensión de gran conocedor del alma humana.
En la extensa colección que constituye este libro, tiene también cabida la poesía, estrechamente vinculada a los temas, a las descripciones o a los contenidos afectivos de hondo significado. La reflexión filosófica palpita en contenidos conceptuales. Se citan: “Es el tiempo de la eternidad” y “Un hombre es todos los hombres.” Respuestas y frases que cierran sus historias respectivas, de manera magistral.
Las horas han pasado sin que el ritmo del discurso, suelte la atención de la lectura, que sigue descifrando mensajes. No ha
advertido que del chubasco de verano, queda apenas la apagada melodía de los grillos. Es noche cerrada.
Celebro, las miradas de este escritor colombiano de la costa Atlántica, con las que ha elaborado sus mini ficciones. En ellas se descubre, una especial inteligencia para cifrar códigos y para sugerir en una frase, contenidos extensos y profundos. Rinde en sus textos, un sentido homenaje a autores y a obras de la Literatura universal. Presenta también, su visión de un mundo actual donde la violencia, la soledad, el amor y la desesperanza sigue marcando la existencia de seres que viven bajo la egida de la muerte. Encuentra el ritmo de un discurso original, pleno de poesía, humor, pasión, En su lenguaje expresa en forma resumida, como flashes instantáneos, escenas de la existencia y de la angustia del final presentido.