Dentro de las acciones que, desde su modestia, viene haciendo el Centro de Estudios Ibéricos y Americanos de Salamanca (CEIAS) con la finalidad de difundir el trabajo de escritores de ambas orillas del castellano y el portugués, está el publicar o coeditar libros de autores valiosos por la decantación del idioma o por los mensajes profundos que legan para el bien común del espíritu.
Pues bien, acabo de llegar de un largo viaje por tierras peruanas y bolivianas (también di algunos pasos por suelo brasileño) y, entre la ingente correspondencia acumulada en mi apartado postal, florece reluciente un libro de aforismos llegado desde Caracas: “La llama incesante” (Coedición del Ceias y la editorial venezolana La diosa blanca), purísima obra tallada por la escritora Carmen Cristina Wolf, a quien mucho aprecio por su propia obra y por su desprendimiento y generosidad extrema ante la obra de los demás. Un espíritu sin mediocridades ni envidias merece ser reconocido, máxime en estos tiempos, pletóricos de egoísmo y avaricia hasta en el ámbito inmaterial.
Y es que mucho bien para el espíritu se puede obtener leyendo aforismos, máximas o sentencias. Leer a Confucio o a Eclesiastés nos pone en el camino correcto para saber lo que es la decantación del pensamiento y del sentimiento humano. La escritora caraqueña, seguidora de Jesucristo, no puede (ni quiere) aislarse de esa impronta marcada de forma indeleble por el Maestro. Así, podemos leer en la página 14: “Llevo sembrada en el alma la bandera de la esperanza”.
Y es que bastan pocas líneas, una o dos, para decir bastante. A ello se entrega con fervor: “El misterio tiembla en todas partes y sobre todo en lo más simple”; “Siento la eternidad en un instante. Pretendo asirla y se ha ido”; “No me alabes si vas a exigirme algo a cambio”; “Qué débil es aquel a quien los otros temen por causa de sus amenazas”; “Vivir sin miedo comienza por no aferrarse a las cosas”, “Al dejar de contemplarme veo al otro”; “Si vivo lo cotidiano como sagrado, lo transformo en sagrado”; “Eleva tu voz en nombre de los que no pueden defenderse”; “Somos los invitados a la comunión del Verbo: amar por el amor de amar y ser por la pasión de ser”. Magnífico libro de Carmen Cristina Wolf y acertado el prologo de Edgar Vidaurre.
Alfredo Pérez Alencart, poeta, ensayista y profesor de la Universidad de Salamanca
Publicado en EL ADELANTO DE SALAMANCA, 3-09-2011
Alfredo Pérez Alencart nació en Puerto Maldonado, Perú (1962). Poeta y ensayista peruano-español. Desde 1987 es profesor de Derecho del Trabajo de la Universidad de Salamanca.
En 2005 fue elegido miembro de la Academia Castellana y Leonesa de la Poesía y desde 1998 es coordinador de los Encuentros de Poetas Iberoamericanos, que anualmente organiza la Fundación Salamanca Ciudad de Cultura en colaboración con la Fundación Camino de la Lengua Castellana.
En el año 2010 recibió, por el conjunto de su obra, el Premio Internacional de Poesía “Medalla Vicente Gerbasi”, otorgado en Caracas por el Círculo de Escritores de Venezuela; y también el Premio de Poesía “Juan de Baños” 2009, otorgado en Valladolid por los grupos literarios Sarmiento y Juan de Baños, en colaboración con la Obra Cultural del BBVA.
En poesía ha publicado La voluntad enhechizada (Verbum, 2001. Hay versión portuguesa: O feitiço da vontade , 2004, con traducción de António Salvado), Madre selva (2002), Ofrendas al tercer hijo de Amparo Bidon (2003), Pájaros bajo la piel del alma (Trilce, 2006, con el pintor Miguel Elías), Hombres trabajando (2007, con el pintor Luis Cabrera), Cristo del alma (Verbum, 2009), Estação das tormentas (2009, con traducción de Álvaro Alves de Faria), Savia de las Antípodas (Verbum, 2009, con el pintor Miguel Elías y traducciones de An Oshiro y Juan W. Bahk) y Oídme, mis Hermanos (Verbum, 2009, con traducciones de Herbert y Sigrid Becher). Hay un libro sobre su obra, Pérez Alencart: la poética del asombro (Verbum, 2006) del escritor venezolano Enrique Viloria. Realizó la selección de los poemas del reciente libro El paisaje prometido, dedicado a la obra pictórica de José Carralero, con la participación de reconocidos poetas de numerosos países.
Su poesía ha sido traducida al portugués, alemán, inglés, ruso, japonés, italiano, árabe, serbio, francés, hebreo, búlgaro, estonio, vietnamita, indonesio, rumano y coreano.