Por Eduardo Casanova
¡Qué grato, qué agradable es ver que un esfuerzo colectivo en el que uno ha participado sea un éxito notable! Porque eso fue lo que pasó con “El Quijote cuerdo”. El esfuerzo de los jóvenes de la orquesta, el de los integrantes del coro de pálidos rostros y manos de estudiantes rebeldes, y el esfuerzo (más la profesionalidad) de Gaspar Colón y Cayito Aponte, dirigidos en lo musical por Víctor Mata y en lo escénico por José Tomás Angola, convirtió en realidad, en bella realidad, todo lo que yo soñé cuando escribí la obra que se convirtió en libreto, al que le puso la música el joven y talentoso compositor César Augusto Guillén, que también pudo tocar con las manos todo lo que soñó. Todo. La escenografía de Javier Enríquez, la producción artística de Miguel Bandres y el trabajo intenso de Blanca Verde de Briceño y Mariflor Cruz de Blaser, todo se conjugó en el tiempo de magia que anoche, 15 de julio de 2011, disfrutaron los que al final aplaudieron a rabiar. Y, sin duda, mucho del éxito se debió a los esfuerzos de varias personas que no estuvieron a la vista de los que aplaudieron, como Luis Patricio Almoto, Gennitte Peña, María Fernanda Pereda, Kodiak Agüero, Claudia Mijares de Mata, Fabiola Neri, Luis Sissino, Marta Torrado, José Enrique Burgo, José Ramón Angola, Aurora Blyde, Gerardo Blyde, Hernán Colmenares, Leonardo Lossada y muchos otros, entre quienes, por cierto, debe haber alguien muy por encima de lo natural.
La profesionalidad de Gaspar Colón y de Cayito Aponte, cuya veteranía agregó un mundo de calidad al mundo de calidad que ya estaba allí, significaron para el público un formidable regalo que yo, que tuve el honor de poner la primera piedra del edificio, nunca podré agradecer lo suficiente. Como tampoco podré agradecerle a César Augusto Guillén su música, música hermosa y perfectamente adaptada al texto, que creó para darle color al edificio. Ni al maestro Víctor Mata, cuya batuta fue una guía celestial para todos. Y, por supuesto, hay que destacar el esfuerzo inmenso de José Tomás Angola, no sólo en lo artístico (su puesta en escena es de las más bellas que he visto en mi vida, a fuer de sencilla y sugerente), sino en todo lo que significó la construcción de ese edificio de belleza y armonía que resultó ser “El Quijote cuerdo”.
El final de la velada, la larga ovación del público, no fue otra cosa que algo que en nuestro país hace mucha falta: un premio al trabajo, un premio al esfuerzo, un premio a la responsabilidad bien asumida. Si ese trabajo, ese esfuerzo y ese sentido de la responsabilidad se llega a hacer mayoritario, podemos llegar a tener un gran país, como Francisco de Miranda, el Quijote cuerdo, se atrevió a soñar. Sólo entonces, cuando ya no impere el bochinche, Venezuela llegará a ser un país en el que valga la pena nacer. Y vivir.
*La Ópera El Quijote cuerdo fue presentada en el Teatro del Colegio Emil Friedman, los días 15 al 17 de julio de 2011, escrita por Eduardo Casanova, con música de César Augusto Guillén, bajo la dirección de José Tomás Angola. Eduardo Casanova y José Tomás Angola son Miembros del Consejo Consultivo del Círculo de Escritores de Venezuela.