Por Carmen Cristina Wolf
Sobre Rainer María Rilke, la poeta venezolana Hanni Ossot escribe en el Prólogo a las Elegias de Duino: «Ante la dificultad de escribir, Rilke opuso siempre la paciencia y la espera. Por otra parte, una poesía de escucha. Rilke «escuchó» las Elegías y luego las transcribió. Él no se sintió dueño de ellas, le advinieron. Este oír, esta escucha se expresó en la PRIMERA ELEGÍA»:
«¡VOCES, VOCES! ESCUCHA, CORAZÓN MÍO, COMO SOLO
ESCUCHARON LOS SANTOS: TANTO QUE LA INMENSA LLAMADA
LOS ALZABA DEL SUELO; PERO ELLOS QUEDARON,
IMPASIBLES, DE RODILLAS Y NO ATENDÍAN:
ASÍ ESTABAN DE ENTREGADOS A LA ESCUCHA. »
Rilke ejerce un fervor sagrado sobre las cosas, los árboles, la tierra, la casa, las torres, las catedrales. También expresa una reverencia por lo que somos y podemos llegar a ser. Celebra en sus poemas la posibilidad de «ser».
Las Elegías nos hablan de una «pena primordial» debida a la soledad y la realidad de la muerte. El tono de sus Elegías exige una paciencia en el ser humano «desasistido existencialmente», para que se produzca en nosotros una transformación. Revela una armonía entre la vida y la muerte, que se muestran como una sola cosa en las Elegías. La muerte es el lado de la vida «que no da hacia nosotros, el lado que no nos está iluminado». Aun cuando Rilke ve en la muerte un modo de redención, de alcanzar lo infinito, él pide atención y reverencia hacia la Vida.
Nuestra gratitud a Carmen María Salge, por habernos enviado, con motivo de la visita de de la imagen del Nazareno de San Pablo a la comunidad de El Hatillo, unos fragmentos de la Décima Elegía de Rainer María Rilke, en vísperas de la Semana Santa.
Carmen Cristina Wolf. Caracas, abril del 2011
Santiago de León de Caracas, Ciudad Mariana:
Y nosotros que pensamos en una dicha
«ascendente»
experimentaríamos la emoción
!que casi nos sobresalta!
cuando algo feliz cae» R. M. Rilke
Cristo vino a visitarnos el domingo 10 de abril. El Nazareno de San Pablo fue llevado en procesión al Municipio El Hatillo
Rainer Marie Rilke /Fragmento de la X Elegia de Duino
Que un día a la salida de esta terrible visión, eleve yo
canto de júbilo y gloria hasta los ángeles acordes
(…)
¡Que mi rostro bañado en lágrimas
Me haga más brillante, que mi modesto llorar florezca!
(…)
Y más arriba las estrellas. Nuevas … las estrellas
del país del dolor. Lentamente la Lamentación las nombra.
«Mira aquí: el Jinete, la Vara y la más colmada constelación
la llaman: Corona de Frutos
(…)
…nuestro obscuro verde perenne…
…Y a través del extenso paisaje de las Lamentaciones
mostrándoles las columnas de los Templos……
o los escombros de aquellos Castillos, desde donde los Principes de las Lamentaciones
gobernaron una vez sabiamente el país..
Le muestra los altos árboles de lagrimas,
los campos de la melancolía floreciente (los vivos los conocen solo como follaje suave)
Y ELLOS ADMIRAN LA CABEZA CORONADA,
QUE PARA SIEMPRE EN SILENCIO
COLOCÓ LA CARA DE LOS HOMBRES
SOBRE LA BALANZA DE LAS ESTRELLAS
wiege, weg, das brennende buch, puppe , fenster…
…Y continua el elegido Rilke en su Elegia de Duino:
Cuna , camino, libro ardiente, títere
…PERO EN EL CIELO DEL SUR… PURO COMO EN EL INTERIOR
DE UNA MANO BENDITA
LA CLARA Y BRILLANTE M QUE SIGNIFICA LAS MADRES …
(…)
Y nosotros, que pensamos en una dicha
ascendente, experimentaríamos la emoción
que casi nos sobresalta
cuando algo feliz cae
/1912 Decima Elegia escrita en el castillo de Duino y concluida en 1922 /
Sobre un acantilado del Mar Adriático /cercano a Trieste/ en aquel entonces parte del Imperio Austriaco, el poeta Rilke, nacido en Praga en 1875 empezó sus Elegias, que le llevaron 10 años concluir y se cree que le fueron dictadas en el Castillo de Duino, destruido en la primera guerra mundial y es propiedad de la Princesa Marie Von Thurn and Taxis-Hohenlohe, en el tiempo actual.
Carmen María Salge
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SANTIAGO DE LEON DE CARACAS
CIUDAD MARIANA
Biografía de Rilke:
(Praga, 1875 – Valmont, 1926) Escritor checo de lengua alemana. Fue el poeta más relevante e influyente de la primera mitad del siglo XX; amplió los límites de expresión y extendió su influencia a toda la poesía europea.
Luego de abandonar la Academia Militar, ingresó en la Escuela de Comercio de Linz y posteriormente estudió historia del arte e historia de la literatura en Praga. Residió en Munich, donde conoció a Lou Andreas-Salomé en 1897. Quince años mayor que él, ejerció una influencia decisiva en su formación hacia la madurez. Decidido a no ejercer ningún oficio y a dedicarse sólo a la literatura, emprendió numerosos viajes. Visitó Italia y Rusia en compañía de Lou Andreas-Salomé, conoció a León Tolstoi y entró en contacto con la mística cristiana ortodoxa. En 1900 se instaló en Worpswede y un año después contrajo matrimonio con la escultora Clara Westhoff, con la cual tuvo a su única hija, Ruth. A su lado, escribió las tres partes del Libro de horas. Tras su separación, residió en París donde durante ocho meses y trabajó como secretario privado de Rodin. Allí escribió el Canto de amor y muerte del alférez Cristobal Rilke, y posteriormente Los cuadernos de Malte Laurids Brigge. Debido a una profunda crisis existencial, comenzó a viajar intensamente, a África del Norte (1910-1911) y a España (1912-1913). En 1911 y 1912, invitado por la princesa Marie von Thurn und Taxis, vivió en el castillo de Duino (Trieste), escenario en el que surgen los poemas que denominó Elegías de Duino.
Durante la Primera Guerra Mundial, vivió la mayor parte del tiempo en Munich. En 1916 fue movilizado y debió incorporarse al ejército en Viena, mas pronto fue dado de baja por motivos de salud. En esos años surge una apasionada relación amorosa con la polaca Baladine Klossowska, madre de P. Klossowski y del pintor Balthus, presuntos hijos naturales nunca reconocidos por el poeta. Tras la guerra, residió en Suiza y en 1922 vivió en el castillo de Muzot, donde finalizó las Elegías. Murió de leucemia, tras una dolorosa y lenta agonía, en el sanatorio suizo de Valmont.
Los cuadernos de Malte Laurids Brigge (1910), la única novela de Rilke, fue escrita a modo de diario y describe con la agudeza de un diagnóstico los contrastes sociales en París, la pobreza y la destrucción. La gran urbe provoca a Malte, el último descendiente de una gran familia danesa, el miedo absoluto. Enfermedad y finitud son en esta obra temas recurrentes. A la muerte deshumanizada y masificada, típica de la gran ciudad, Rilke opone la muerte individual y propia, representada por el recuerdo de un antepasado de Malte. Las evocaciones de infancia tienen un carácter redentor, igual que el tema del amor que, con el de la muerte, constituye el otro gran tema del libro. El amor no correspondido, que perdura como deseo y deja abierto el final de la novela que desemboca en una reelaboración de la parábola del hijo pródigo.
Estos temas reaparecen en su obra lírica Libro de horas (1905) formada por los títulos Libro primero, el libro de la vida monástica; Libro segundo, el libro de la peregrinación; Libro tercero, el libro de la pobreza y de la muerte que remite a las antologías medievales de plegarias privadas. La forma artística de la plegaria le sirve para abandonar la lírica de sentimientos propia de Canto de amor y muerte del alférez Cristóbal Rilke y experimentar con imágenes nuevas que, mediante evocaciones sensuales y visuales, amplían las fronteras del lenguaje.