Carmen Cristina Wolf, poemas inéditos

Carmen Cristina Wolf, poeta, ensayista y editora nacida en Caracas.  Algunos de sus libros publicados: Escribe un poema para mí, Canto al Amor Divino, Canto al Hombre, Huésped del Amanecer, Prisión abierta, Atavíos y otros. La llama incesante, publicado en junio de 2010 por el Instituto de Estudios Iberoamericanos de la Universidad de Salamanca en alianza con la Editorial Diosa Blanca.

 

 

I LA CASA

 ¿Es ciego el giro de la casa

 tan solitaria y huérfana?

 

Será que se detiene algunos días

sin darnos cuenta

se acicala con campos de espigas

__traen consuelo a dolores antiguos

 

La mecedora de la abuela levita suavemente

la persiana se mueve

.-.-.-.-  

en clave morse

 

se balancea el móvil de corales

 

 

Millones de mensajes cruzan el corredor

sin golpear los retratos

provenientes de  los siete confines

 

El aire se recrea con murmullos del twitter

salidos de laptops relucientes

 

El caserón de todos, no sabemos por qué

Sonríe desde su pétrea hondura

 

le gusta cambiarse el atavío

y lavarse la cara de pisadas maléficas

o besarse ella misma las memorias

 

 

 Acostumbro, algunos días soleados

acariciar los prados y dejarme

cobijar por la sombra

 

de las interminables filas de palmeras

 

cientos de pies dejan huella impaciente

en los portales, apenas entran y ya van saliendo

para dejarse caer un día u otro

en su regazo interminable

 

Suelo vivir un día en su morada

 

y otro en el infinito

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II       ORIGEN

 Fuiste el sueño de aquél

en quien florecen siempre las palabras 

 

 Entre piedras que exudaban templanza

caíste millares de  veces en las playas de todos los océanos

 

Aún no existía el cántaro

 se cumplió el ritual de la gota de luz en la penumbra

 

Sudaste al calor de ríos de lava y al frío de las cavernas

entre el celacanto y los corales

enredada en  aletas de peces  sin mirada

 Tortugas gigantes llevaban en sus casas 

grabadas las señales del que sería tu cuerpo y el de todos

        

Había  un itinerario

en el centro del alma, era fácil sentirlo

         casi imposible hallarlo persiguiendo las sombras

 

Era extravío seguro atarse a los deseos

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 III      PROMESA

 Traje  conmigo algunas piedras de la ciudad perdida

y un puñado de versos sin destino

        

Respirar  lo imposible, no esperar noticias

recrearse en la experiencia de la sed

El oleaje aparenta una  conversación con las otras máscaras

        Mejor no oír su voz, quebrantaría el inquieto sosiego del mar

Si los sueños dejaran de serlo se  perdería el gozo de la promesa

        

La espera, un eterno comienzo

 

Casi miré en celaje el vuelo de sus cabellos a través de la vidriera

 Recé para que no fueras tú. Así nunca te poseería del todo

 

El  vuelo del alma no debe caer abatido en la piedra más honda.

 

Oficio, aguardar

 en la ciudad que se abre al horizonte

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IV      AUSENCIA

Los minerales permanecían mudos

sus contornos buscaban las formas

 

– aún  no había tonos verdes

 

El germen  de conciencia

se dejaba ceñir por los océanos

 

Tenía  fulgor de aurora en la silueta

mis manos fueron  el refugio exacto de sus cabellos

 

Desde entonces –cuando vuelvo a estos mundos

suelo sentir su ausencia

 

Poemas inéditos 2010

Caracas

 

 

 

 

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