Por Carmen Cristina Wolf
Saludamos a nuestra amada ciudad, Santiago de León de Caracas, en su cumpleaños. La pregunta es si en verdad la admiramos y la queremos.
Recordemos lo que escribió José Ignacio Cabrujas en su ensayo «La ciudad escondida»:
No hay orgullo caraqueño. No existe un momento de deslumbramiento del habitante de la ciudad por la ciudad en que vive. En mi vida me he encontrado a un caraqueño concediendo incluso la posibilidad de unos tragos, que me haya dicho: !Qué bella es esta ciudad! Que hermosa es esta ciudad, o … !Cómo me gusta esta ciudad!. Nadie está contento. La ciudad es incapaz de contentar a sus habitantes…»
No obstante esta verdad casi inobjetable de Cabrujas, hoy sí encontramos amantes de Caracas, como William Niño Araque, Federico Vegas, Marco Negrón, Frank Marcano, Tomás Straka, Enrique Larrañaga, Arturo Almandoz, Diana López, Carmen María Salge y algunos otros apasionados.
Positiva para Caracas ha sido la labor de la Fundación para la Cultura Urbana, que el poder ha intentado desaparecer, vilmente, arteramente. Por fortuna, las organizaciones no son los edificios sino su gente.
De nuevo saludamos a Caracas, y le declaramos un amor salpicado de memorias, ternuras, arideces, pasiones, a veces con desesperanza, a trechos con ilusión adolescente, que aguarda el esplendor.
Apoyamos con entusiasmo los planes de la Alcaldía de Chacao, Sucre y El Hatillo, de humanizar y sembrar valores ciudadanos por doquier.
Puede ser que los nuevos gobernantes de este país llamen a los expertos y estudien los planes para «salvar» del caos a Caracas, y transformarla, de una «ciudad resentida» en una «ciudad presentida», empleando las palabras de Federico Vegas, escritas en el Papel Literario de El Nacional (24 de julio de 2010).
También nosotros, los ciudadanos, somos convocados a esta labor noble, hermosa, de embellecer nuestro frente de casa, nuestra calle, nuestra manera de sentir las heridas de Caracas, la Malquerida. Caracas es nuestro hogar.
Carmen Cristina Wolf
Comparto lo expresado por Cristina Wolf, son pocos los habitantes de Caracas que reconocen lo bella que es su ciudad, su Ávila, ahora con otro nombre, pero para mis contemporáneos es nuestro ÁVILA, Los chorros, el parque del Este, el parque Los caobos, por nombrar algo, pero en fin, la ciudad donde crecí y esto sin contarles que no soy caraqueña y si supieran, mucho menos de este HERMOSO PAÍS, pero siento que la quiero más que esos que pueden decir su gentilicio, yo soy caraqueña. Esta ciudad me permitió soñar con un futuro mejor, y aun en este momento no renuncio a él, porque renunciar a ese sueño significa morir y no estoy dispuesta a hacerlo hoy.