Palabras de Armando Rojas Guardia con motivo del homenaje y la subasta de obras de arte a su favor.
Un día de agosto de 1941 Simone Weil escribió: «La capacidad de prestar atención a un desdichado es cosa muy rara, muy difícil; es casi —o sin casi— un milagro. Casi todos los que creen tener esta capacidad, en realidad no la tienen».
Sabemos la profunda pregnancia conceptual que poseen las palabras «desdicha» y «desdichado» en los textos de Simone Weil. A los fines de lo que me propongo decir en estas breves líneas, basta afirmar que «desdichado» es todo aquel que, por el solo hecho de sufrir de una u otra forma, me necesita. Para prestar atención a la interpelación moral que significa la existencia del hombre o la mujer que me necesitan, requiero vencer y superar la cuádruple tentación entrópica de la indiferencia, la apatía, la inercia y la comodidad dentro de una movilización psíquica y espiritual que empieza precisamente por la capacidad de estar atento al sufrimiento ajeno y culmina en el gesto —a menudo sacrificial, porque cuesta esfuerzo— de la solidaridad.
Esta subasta, y los eventos que la acompañan, son un auténtico milagro de la atención y la solidaridad. En un contexto histórico desgarradoramente difícil, repleto de problemas y penurias, este milagro debe ser calibrado sintomatológicamente; porque señala que todavía existen entre nosotros reservas intactas de generosidad y que mucha gente, atendiendo a un simple reclamo de la necesidad del otro, está dispuesta a apostar, material y simbólicamente por lo que esta atención significa como resistencia espiritual ante la crisis.
Yo nada tengo, ni en palabras ni en gestos, que pueda dar cuenta de la magnitud de mi agradecimiento a todos aquellos que hicieron posible el milagro. Vayan mis primeras palabras de expresa gratitud a las cuatro principales organizadoras de este evento, a las que llamo cariñosamente las santas mujeres de Jerusalén —evocando a aquellas que acompañaron a Cristo incluso hasta en el momento de su crucifixión—: María Elena Ramos, Luisa Helena Calcaño, Franchesca Borjas y Maitena de Elguezabal. Gracias también a Eduardo Carvallo por haber facilitado este local para la exposición y la subasta. Por supuesto mi clamorosa gratitud a los admirados artistas plásticos que donaron sus obras con total, desinteresada solidaridad. Un recuerdo agradecido para todos aquellos que de una forma u otra, directa o indirectamente, contribuyeron a la realización del milagro. Sepan y sientan, todos, que han hecho de mí un abrumado deudor.
A propósito de esta deuda perenne de gratitud, deseo terminar repitiéndome una frase que me ha venido a la memoria durante todos estos días y que parece redactada para ser dicha, pasito y lentamente, en algunos de los más significativos momentos de la propia vida. Es de un relativamente oscuro escritor francés del siglo XVIII: Philippe de Saint – Martín. Dice así: «Estoy seguro que hay seres a través de los cuales Dios me ha amado».
Muchas gracias
Armando Rojas Guardia
Deseo contactar a Armando Rojas Guardia, nos conocemos desde la niñez y la juventud y quisiera tener el gusto y el placer de conversar con él acerca de mi hermano y su amigo Carlos Hernáiz, (Pelón) fallecido el pasado año y quien dejó una novela que se está editando actualmente.
Sra Juana Antonia:puede dejarme algún contacto suyo,que con gusto se la hago llegar al poeta Rojas Guardia,ya que estoy en sus talleres de Poesía y Ensayo.Mi correo: normasoc@gmail.com