Día del idioma, por Isabel Cecilia González

Hace unos días en una reunión una señora me decía que estaba muy molesta por la influencia de la televisión norteamericana en nuestro idioma. Según ella programas como CNN, eran los responsables por el uso incorrecto de una serie de palabras provenientes del espanglish. Daba el ejemplo de vaguada, la cual según ella derivaba del inglés «bad weather», su explicación sonaba lógica pero era incorrecta.

Vaguada según el Diccionario de la Real Academia significa:

1. f. Línea que marca la parte más honda de un valle, y es el camino por donde van las aguas de las corrientes naturales.

Leyendo esta definición uno se siente tentado a aceptar lo que se nos dice, pero si se ahonda un poco más en el asunto se encuentra que la misma real academia aclara el término respecto al lenguaje meteorológico:

~ Barométrica.

1. f. Meteor. Depresión barométrica que en forma de valle penetra entre dos zonas de alta presión.

Por lo tanto, vaguada no deriva del inglés, sino es una palabra cuya etimología es valle, tanto para la primera y la segunda definición. Pensando en esta conversación llegué a dos conclusiones: la mayoría de las personas ve a los idiomas como una entidad incapaz de transformarse, inmóvil, único y además se molesta si se dan cambios en su estructura.

Los idiomas son tan relativos como otros referenciales, al igual que en los procesos de la física universal, están sometidos a fuerzas que los obligan a cambiar. Desde el inicio del lenguaje los seres humanos hemos reinventado nuestra manera de comunicarnos miles de veces, por ejemplo, pasamos del indo-europeo al latín y del latín a las lenguas romances. El lenguaje evolucionó y seguirá evolucionando. Lo que sucede es que las súper-estructuras, las academias y el mundo culto, se aferran a la idea de mantenerlo sujeto a sus normas y reglas. Esta batalla intelectual no se ganará. Los convencionalismos son simplemente barreras temporales, mientras suceden otros acuerdos, los cuales deben ser aceptados por la mayoría la cual es responsable de su utilización. El lenguaje es uno de nuestros primeros acuerdos, ya que por convención fuimos aceptando una serie de sonidos como significados y a partir de allí estructuramos el pensamiento.

Es verdad que las reglas y la vigilancia de las academias han sostenido los idiomas modernos, pero no han podido ni podrán detener su evolución. Hoy en día nos cuesta entender el castellano de otros siglos no muy lejanos , tampoco hemos parado en la separación entre las distintas regiones y basta con poner un programa de la TV española para preguntarnos de qué hablan. Hay mucha distancia entre el español de España y el venezolano, entre el inglés británico y el americano, para citar dos ejemplos. La evolución de los idiomas es inevitable y necesaria, no debemos preocuparnos por ello, mucho menos molestarnos, en vez de imponernos con rigidez es mejor observar y estudiar los cambios que se irán dando en un mundo globalizado. En estos momentos es imposible ignorar la influencia de los unos sobre los otros, vamos a afectarnos lingüísticamente con el conocimiento de otras culturas, pero es en la aproximación que se abren nuevos caminos, en la diferencia que se aprende y en los cambios que se crece.

Isabel Cecilia González Molina
Escritora


Palacio de las Academias, Caracas

La autora es novelista, poeta y Directora de Asuntos Internacionales del Círculo de Escritores de Venezuela

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