Eduardo Catalán: Cautiverio y libertad

Cautiverio y libertad

El confinamiento a escala planetaria a que nos han  obligado quienes de manera notoria o soterrada dirigen al mundo, es, como todos  los inconvenientes que se nos presentan en la vida, una crisis o una oportunidad, como lo grafica el ideograma chino que expresa ambos conceptos.

Los religiosos y místicos se refieren a la vida interior, vale decir a ese estado en donde se dialoga o hay una conexión íntima con estadios superiores de consciencia, alcanzando el llamado Nirvana en el Budismo o una comunión con Dios, en otras religiones. Si se tiene vida interior, el aburrimiento no puede existir; en cambio, si se lleva una vida hedonista, sensual, materialista, solo el aturdimiento permanente, la vorágine de los sentidos, puede alejar, momentáneamente, el Taedius Vitae, el tedio que produce una vida carente de sentido teleológico. Esto no es un mero postulado intelectual, es una  verdad  comprobable. Omitiré los casos de gente famosa, rica y bella que terminaron sus vidas, tempranamente, de manera atroz, algo inexplicable para el vulgo.

El cautiverio, puede ser, entonces, una  liberación si lo utilizamos para mejorar como personas, así lo han hecho, no solo santos, sino personas  más cercanas a la vida terrenal, aunque quizás son santos, solo que no se los ha declarado como tales. Nelson Mandela puede ser un paradigma de lo que afirmo, pasó veintisiete (27) años preso y  al ser liberado era un ser humano superior al que había entrado en la cárcel. No solo no se doblegó ni abdicó de sus principios;  al gobernar, demostró que no había sombra de rencor en su ser, y tampoco el corolario del rencor, el deseo de vengarse. Gobernó para todos con justicia y será recordado como uno de los grandes líderes de la Historia

La literatura también nos trae el bello ejemplo de Fray Luis de León, quien acusado ante la Inquisición, entre otros,  por un profesor de griego, cuyo nombre optamos por omitir;  por haber traducido al castellano “El Cantar de los Cantares”, lo que había sido prohibido por el Concilio de Trento y por sostener la superioridad del texto hebreo de la Biblia sobre la traducción latina de San Jerónimo, llamada la Vulgata;  la que solo recomendaba Fray Luis de León en caso de duda, todo lo cual hace que sea procesado por herético y judaizante y fue recluido en la cárcel del Imperio de Valladolid, donde permanece en cautiverio casi cinco años. Durante su prisión, escribe “De los nombres de Cristo” su obra maestra en prosa. Absuelto después, vuelve en 1577 a su cátedra de Salamanca y empieza su clase sin ningún reproche para sus injustos acusadores, con la célebre frase: “Como decíamos ayer…”

Tanto Mandela como Fray Luis de León  y tantos otros, nos enseñan que podemos sobreponernos a los barrotes materiales, que  podemos escapar del cautiverio físico, si nuestra mente y nuestro espíritu logran mantenerse libres.

Publicado en el libro El vuelo y la claridad. Antología 2020. Editorial Diosa Blanca

Eduardo Catalán. Abogado de la UCV. Ha sido presidente del Intergrupo de Abogados de la Academia de Derecho Internacional de La Haya. Ex asesor jurídico de la UCV. Profesor de Derecho Internacional . Miembro Activo del Círculo de Escritores de Venezuela. Articulista de reconocidos diarios venezolanos. 

#EduardoCatalanMorales

@circuloescritoresvenezuela en Instagram

 

1 comentario

  1. Así recuerdo a Nery Russo: «… una elegante mujer de largas cejas y cabello corto rojizo, maquillada como quien se dispone a salir a tomar el café de la tarde con sus amigas. Su gesto era severo, pero suavizado por una sonrisa fácil y una mirada penetrante, profunda, de esas que escrutan la personalidad de cualquiera en apenas un instante. Le extendí mi mano y ella la apretó con fuerza al tiempo que lograba opacar mis ojos con su potente mirada de mujer curtida por una vida de esfuerzos …»

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